El auge de los llamados bebés Reborn, muñecos hiperrealistas que imitan a un recién nacido, ha desatado una intensa discusión pública debido al comportamiento de parte de sus usuarias. Aunque para muchas personas se trata de un hobby o una colección artística, en redes sociales se multiplican testimonios de mujeres que tratan a estas figuras como hijos reales: los cargan como bebés, les compran ropa, los llevan al médico y hasta simulan embarazos para presentarlos en sociedad.
El fenómeno Reborn: polémica, emociones y límites psicológicos
El caso de Cristina —conocida en redes como Mandarina Rémorso— reavivó las críticas. Ella difundió este 4 de diciembre un video mostrando una barriga falsa para anunciar la “llegada” de su segundo muñeco, asegurando que vive la experiencia como una maternidad auténtica. Frente a la ola de cuestionamientos, afirmó que no padece ninguna condición psiquiátrica y que los ataques solo reflejan “frustraciones e infelicidad” de quienes la critican.
La controversia se ha trasladado incluso a los estrados judiciales. En Brasil, una trabajadora denunció a su empresa en junio porque le negaron una licencia de maternidad para cuidar a su muñeca Reborn, un caso que reintrodujo el debate sobre los límites entre afición, necesidad emocional y pedidos que chocan con la normativa laboral. En paralelo, comunidades digitales de “madres Reborn” muestran rutinas completas: bañan a los muñecos, los alimentan, los llevan a centros educativos y comparten compras prenatales, como si se tratara de bebés reales.
Este mercado, cada vez más visible en Europa y América Latina, se sostiene sobre muñecos elaborados artesanalmente en silicona, con cabellos naturales y detalles que rozan el realismo clínico. Sus precios oscilan desde unos 360 dólares hasta superar los 1500, dependiendo del nivel de detalle. Especialistas consultados en distintos medios coinciden en que, si bien el uso recreativo no representa un problema, la preocupación surge cuando la maternidad simulada sustituye vínculos afectivos o responde a duelos no resueltos. La discusión sigue abierta y, como el fenómeno, continúa creciendo.


