Una luz ultravioleta (UVC) que funciona como sistema de desinfección, ganó protagonismo en la lucha contra e COVID-19. Un método capaz de acabar con virus y bacterias que se encuentran en superficies de buses, hospitales, aviones, etc.
Sin embargo, un estudio japonés compartido en American Journal of Infection Control revela que no toda la luz ultravioleta es perjudicial para los humanos como para prescindir de sus ventajas. Solo se tiene que elegir una longitud de onda específica para erradicar el coronavirus.
¿Cómo llegaron a esta conclusión?
Los investigadores de la Universidad de Hiroshima expusieron unas ondas de 222 nanómetros a un cultivo vírico durante breves lapsos de 10 segundos y cinco minutos. Se descubrió que el tiempo mínimo ya era suficiente para acabar con el 88.5% de las copias del virus, mientras que en 30 segundos se obtuvo un 99.7% de eficacia.
Según el artículo resaltó que una pequeña cantidad del ácido ribonucleico del virus sobrevivía a los experimentos in vitro y que era inútil prolongar la exposición. Sin embargo, al tratarse de números muy bajos aún falta determinar si son capaces de contagiar a una persona con el coronavirus.
No obstante, las emisiones de estas lámparas resultan perjudiciales para la piel humana, especialmente los ojos, ya que ocasionan mutaciones de genes (Cáncer), mientras que las ondas de la región del espectro UVC lejano desarrollan las mismas propiedades germinicidas sin perjudicar la salud.
Estas ondas utilizadas por los científicos presentan una longitud diferente a las comunes, pero la profundidad de su penetración en la piel a los ojos es 'muy limitada'.
Luego de una serie de experimentos adicionales, los autores del estudio estiman que un sistema de desinfección por UCV de 222 nanómetros podría usarse en espacios públicos abarrotados de personas, sin provocar daños a la salud.