En medio del creciente malestar ciudadano por la inseguridad en Lima, el distrito de San Borja ha decidido levantar vuelo –literalmente– en su lucha contra el crimen. La implementación de drones de alta tecnología en tareas de vigilancia se ha convertido en un recurso clave para prevenir robos, detectar situaciones sospechosas y actuar en tiempo real ante cualquier acto delictivo. Estos dispositivos no solo filman desde el cielo, sino que también cuentan con altavoces y luces potentes para alertar a los infractores y coordinar con el personal en tierra.
Ojo vigilante en el cielo
Cada dron, operado por personal capacitado, puede recorrer hasta 15 kilómetros y elevarse miles de metros, permitiendo una cobertura aérea sin precedentes. Las cámaras instaladas permiten seguir desde ladrones de autopartes hasta delincuentes que huyen en motocicletas tras arrebatar teléfonos. Esta vigilancia se integra con el trabajo de serenazgo y la Policía Nacional del Perú, logrando intervenciones más rápidas y efectivas. En algunos casos, los drones han frustrado robos en locales comerciales o detectado a sospechosos merodeando vehículos de alta gama.
El centro de operaciones de San Borja controla no solo estos drones, sino también más de 600 cámaras de seguridad, incluyendo las instaladas por negocios privados. Gracias a esta red, se puede detectar en tiempo real movimientos inusuales o la reincidencia de personas ya intervenidas anteriormente. Las imágenes registradas también sirven como prueba ante las autoridades, fortaleciendo la acción legal.
Este modelo de patrullaje inteligente se ha convertido en la punta de lanza de una estrategia más amplia de seguridad ciudadana. A pesar de los retos logísticos y climáticos, los drones operan de día y noche, reforzando la presencia del Estado en las calles. En un contexto donde muchos distritos aún dependen de métodos tradicionales, San Borja apuesta por la tecnología como escudo frente al crimen urbano.
