La creciente prevalencia de los deepfakes en el ámbito digital está alarmando a expertos en seguridad cibernética y usuarios por igual. Según datos de Kaspersky, una gran mayoría de los ciudadanos en Perú y otros países de Latinoamérica aún no están familiarizados con este fenómeno tecnológico, lo que aumenta la vulnerabilidad ante posibles ataques.
LA REALIDAD DETRÁS DE LOS DEEPFAKES
Deepfake, un término que combina las palabras "deep learning" (aprendizaje profundo) y "fake" (falso), describe una técnica de inteligencia artificial capaz de crear contenido multimedia altamente realista. María Isabel Manjarrez, investigadora de seguridad en Kaspersky, durante la Cyber Security Week 2024, clasificó los deepfakes en tres categorías: imágenes y videos manipulados, audios (deep voice), y textos generados artificialmente, todos diseñados para replicar comportamientos humanos reales.
El uso indebido de deepfakes abarca desde la generación de noticias falsas y difamación hasta fraudes financieros y extorsión. Los delitos más comunes incluyen la suplantación de identidad para cometer fraudes financieros, la creación de material pornográfico falso y la manipulación en el ámbito empresarial para espionaje industrial o manipulación bursátil. Además, estos métodos están desafiando la efectividad de las verificaciones biométricas, con cibercriminales que ahora utilizan imágenes generadas por IA para burlar sistemas de seguridad en aplicaciones bancarias.
DETECTANDO LOS ENGAÑOS DE LA IA
Manjarrez destacó la importancia de que los usuarios estén atentos a detalles sutiles que puedan delatar un deepfake, como distorsiones en la voz, inconsistencias en el entorno visual, movimientos irregulares, sincronización deficiente de labios, o variaciones anómalas en el tono de piel. En cuanto a los deep voices, recomendó especial cautela con audios de fuentes desconocidas, pues pueden ser parte de intentos de estafa.
La expansión de este tipo de crímenes cibernéticos es un claro indicador de cómo la inteligencia artificial está moldeando no solo avances tecnológicos, sino también nuevas formas de criminalidad digital. Con pérdidas estimadas en millones y un crecimiento anual alarmante, la batalla contra los deepfakes se presenta como un desafío crucial en la era de la información.
