Con el fallecimiento del papa Francisco, el Vaticano entra oficialmente en un periodo conocido como sede vacante, un momento solemne en el que la Iglesia Católica se prepara para elegir a su nuevo líder espiritual. Mientras el mundo despide al primer papa latinoamericano, la maquinaria institucional del Vaticano ya ha comenzado a funcionar para asegurar una transición ordenada.
¿QUIÉN QUEDA A CARGO DEL VATICANO?
Durante el periodo de sede vacante, el poder del papa cesa completamente y nadie puede ejercer sus funciones espirituales o de gobierno. En este intervalo, la administración del Vaticano queda en manos del camarlengo de la Santa Iglesia Romana, actualmente el cardenal Kevin Farrell.
El camarlengo tiene una misión clara pero limitada: verificar oficialmente el fallecimiento del papa, sellar sus aposentos, custodiar los bienes de la Santa Sede y garantizar la continuidad administrativa. No puede tomar decisiones doctrinales ni modificar las estructuras eclesiásticas. Además, trabaja junto con el Colegio de Cardenales, que se reúne en congregaciones generales para preparar el próximo cónclave.
¿CÓMO SE ELIGE AL NUEVO PAPA?
La elección del sucesor de Francisco se lleva a cabo en el Cónclave, un proceso cargado de tradición, secreto y simbolismo. Este se realiza en la Capilla Sixtina, donde los cardenales menores de 80 años se encierran sin acceso al exterior para deliberar y votar. En total, se espera que participen más de 100 cardenales de diversas partes del mundo.
El nuevo papa debe ser elegido por una mayoría de dos tercios de los votos. Las votaciones pueden durar varios días, y tras cada ronda, las papeletas son quemadas. Si no hay un resultado, el humo que sale de la chimenea es negro; cuando finalmente se alcanza un consenso, el humo es blanco, señal de que habemus Papam.
UN MOMENTO DE ORACIÓN, REFLEXIÓN Y EXPECTATIVA
Mientras el mundo católico rinde homenaje a Francisco —cuyo legado será recordado por su enfoque en la misericordia, la justicia social y el diálogo interreligioso—, el Vaticano se prepara para dar paso a un nuevo capítulo en su historia.
El nuevo pontífice enfrentará desafíos globales complejos, desde la crisis climática hasta la renovación de la Iglesia en un mundo cambiante. Pero por ahora, todos los ojos están puestos en Roma, a la espera del humo blanco que anunciará al próximo líder de la Iglesia Católica.