Las ballenas no solo son los gigantes del océano, sino también ingenieros fundamentales de los ecosistemas marinos. Una reciente investigación publicada en Nature Communications ha demostrado que estos cetáceos transportan miles de toneladas de nutrientes a lo largo de sus extensas migraciones, contribuyendo al crecimiento del fitoplancton y beneficiando a especies marinas clave.
A través de su orina, piel desprendida y otros desechos, las ballenas actúan como una cinta transportadora de nutrientes, llevando sustancias esenciales desde las frías aguas donde se alimentan hasta las cálidas regiones donde se reproducen. Según los científicos, las ballenas transportan anualmente 4.000 toneladas de nitrógeno y más de 45.000 toneladas de biomasa, favoreciendo la biodiversidad de los océanos.
LA "GRAN CINTA TRANSPORTADORA" DE LAS BALLENAS
Los investigadores comparan a las ballenas con una enorme cinta transportadora oceánica, ya que su migración redistribuye nutrientes a lo largo de miles de kilómetros. Por ejemplo, las ballenas jorobadas viajan desde el Golfo de Alaska hasta Hawái, aportando materia orgánica fundamental para el equilibrio del ecosistema marino.
"Las ballenas fertilizan los océanos con su orina, piel y desechos, duplicando la cantidad de nutrientes transportados por las fuerzas físicas locales", explicó Joe Roman, biólogo de la Universidad de Vermont y codirector del estudio.
VIAJES ASOMBROSOS Y UN IMPACTO GLOBAL
Las ballenas emprenden migraciones de hasta 11.200 kilómetros, como en el caso de las ballenas grises entre Rusia y Baja California. Durante estos trayectos, no solo transportan nutrientes, sino que también queman enormes cantidades de grasa acumulada en sus zonas de alimentación.
Según los científicos, las ballenas han tenido un impacto global en los océanos desde hace millones de años, contribuyendo a la productividad de los mares a una escala planetaria. “No solemos pensar que los animales puedan influir en el mundo a este nivel, pero las ballenas realmente lo hacen”, afirmó el oceanógrafo Andrew Pershing, uno de los autores del estudio.
