El retiro de Cuba de la lista de países que promueven el terrorismo marca un cambio significativo en la política exterior de Estados Unidos hacia la isla. Esta decisión, tomada a pocos meses del fin del mandato de Joe Biden, revierte una de las últimas medidas de Donald Trump, quien incluyó a Cuba en este listado en enero de 2021, alegando la presencia de guerrilleros colombianos en la isla.
La decisión de Biden no es solo simbólica, sino estratégica. Según altos cargos de su Administración, la medida busca propiciar la liberación de un número "significativo" de presos políticos en Cuba, incluidos aquellos detenidos durante las protestas del 11 de julio de 2021. Este proceso cuenta con la mediación del Vaticano y ha sido impulsado por peticiones de socios internacionales como la Unión Europea, España, Canadá y varios países latinoamericanos.
Además, se levantaron restricciones clave, como la suspensión de demandas sobre propiedades expropiadas en la isla y la eliminación de ciertas sanciones financieras. La Casa Blanca anticipa que estas acciones mejorarán el clima de diálogo y disminuirán tensiones en las relaciones bilaterales.
El fin de una política de sanciones reforzada por Trump
La inclusión de Cuba en la lista había traído consigo severas sanciones económicas y diplomáticas, como restricciones en exportaciones, prohibiciones de venta de armas y mayores controles a la ayuda exterior. Estas medidas frenaron avances logrados durante el acercamiento promovido por Barack Obama en 2015, cuando Cuba fue retirada por primera vez de este listado.