En Kazajistán, dos médicos de un hospital de Atirau están acusados de asesinato por enviar a la morgue a un recién nacido que presentaba signos de vida y falleció posteriormente.
Shyngys Kabdula, vicepresidente de la Oficina Nacional Anticorrupción de ese país asiático, aseguró que los doctores certificaron al bebé como muerto "por una negliglencia" y lo enviaron al depósito de cadáveres a pesar de que advirtieron que "todavía estaba vivo".
Asimismo, detalló que un motivo de esa conducta fue que "no podían corregir" los documentos relacionados con el deceso que habían rellenado en la base datos.
En tanto, los dos sospechosos permanecen arrestados, mientras la Policía investiga los hechos, y se enfrentarían a una condena de hasta 20 años de prisión, de acuerdo con la legislación vigente en Kazajistán.