El Dominical de Panamericana

17/08/2025

La violencia no discrimina: del uniforme policial al escenario artístico

Diversos oficios se han vuelto blanco de mafias que extorsionan y asesinan. Policías, médicos, transportistas y hasta artistas enfrentan extorsiones y amenazas diarias.




En distintas ciudades del país, el miedo acompaña la rutina de miles de personas cuyo único propósito es salir a trabajar y volver con vida a casa. La inseguridad ha convertido a varias ocupaciones en las más peligrosas del Perú: policías que deben costear sus propios equipos de protección, médicos presionados por extorsionadores, transportistas bajo amenaza y hasta artistas perseguidos por bandas criminales. El riesgo de ser asesinado o de sufrir un atentado se ha vuelto parte del día a día.

Policías, médicos y transportistas bajo presión

Los agentes del orden denuncian que la falta de recursos los obliga a comprar chalecos, uniformes y hasta repuestos para patrulleros con su propio dinero, mientras sienten que la institución no los respalda. En paralelo, médicos han sido blanco de mafias que exigen pagos exorbitantes bajo amenaza de atentar contra ellos y sus familias, atentados que en algunos casos ya se han materializado con explosivos y disparos.

El transporte público también vive una situación crítica. Conductores y cobradores aseguran que cada salida al trabajo es una lotería mortal: pueden recibir un disparo en plena ruta o convertirse en víctimas de extorsión si las empresas para las que trabajan no cumplen con pagar a los delincuentes. Muchos reconocen que sienten pánico cada vez que dejan sus casas, conscientes de que varios colegas han sido asesinados.

Incluso artistas han estado en la mira de organizaciones criminales. Uno de ellos, víctima de amenazas en más de una ocasión, confesó que el miedo lo llevó a buscar tratamiento psiquiátrico para sobrellevar la ansiedad constante. Su caso refleja una realidad compartida por numerosos peruanos que, al margen de la profesión, viven con la angustia de que la violencia los alcance. En un escenario en el que las autoridades no logran garantizar seguridad, trabajar en el Perú se ha convertido en una actividad de alto riesgo.


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