Perú se ha robado el show en su regreso a la Copa del Mundo. Medios y figuras internacionales no han dejado de reconocer su desempeño en los dos partidos que lamentablemente perdió. Pero, si hay algo en lo que hemos campeonado a los ojos de propios y extraños, es el aliento de los hinchas.
Es tanto así que Francia, nuestro último rival, no pudo mas que sacarse el sombrero tras ver el apoyo incondicional de la afición que prácticamente tomó el Ekaterimburgo Arena el pasado jueves. Los principales medios galos retrataron la cálida y abrumadora experiencia que vivieron.
“Desde el principio hasta el final del Francia-Perú, casi 25,000 admiradores peruanos empujaron a su equipo (…) Los franceses, aislados en las gradas, tenían dificultades para ser escuchados” escribió el diario L'Equipe.
“Toda la noche, el público peruano empujó a su equipo sin reservas, ciegamente, su voz rota y su brazo levantado, ayudado por bocinas estridentes. No era el Estadio Central de Ekaterimburgo, era el Estadio Nacional de Lima”, aseguraron.
Además el medio fue testigo de cómo, mientras el equipo se retiraba desolado del campo, fueron homenajeados por una marea roja “implacable” a pesar del resultado. “De los 36,000 asientos en el estadio de Ekaterimburgo, casi 25,000 fueron ocupados por peruanos, vestidos de rojo y blanco, de pies a cabeza, cubiertos con todos los sombreros posibles, gorras, sombreros, bobs y chapkas”.
L'Equipe pone énfasis en el incansable aliento de los fanáticos que saltaban y cantaban “como poseídos por su fervor”. Por su parte, Le Parisien titulaba en la previa: “Copa del Mundo: Perú, campeón de los hinchas” y señalaba que “afortunadamente” el partido no se juega en las gradas.
“Los Bleus y sus 2000 fanáticos serían derrotados”, acotaban sin duda. Pero probablemente haya sido el periodista Richard Gotte, en su columna del diario La Voix Du Nord, quien dedicó las más bellas palabras a la Blanquirroja tras el duelo que definió la clasificación a octavos.
“Y al final, ¿Cómo no amar al Perú?”, pregunta en su titular. “Una felicidad, un enamoramiento. Mucho antes de llegar al estadio de Ekaterimburgo para el saque inicial, comprendimos que los Blues no tenían ninguna posibilidad de ganar al menos un partido, el de las gradas”, escribe.
“Veinticuatro horas en la ciudad, inmerso en la pasión peruana, no podía dejarnos pensar de otra manera”, advierte el periodista, quien aseguró que el Perú volverá junto con su hinchada, que culturalmente tiene mucha más costumbre y posibilidades que un fan galo.
“Volverán, eso seguro (...) muchos de ellos detrás de su equipo, y ellos mismos apoyados por este hábito sudamericano que anima a los socios privados a ayudar y fomentar los viajes de los aficionados. Para financiarlas parcialmente, lo que no es el caso en Francia”.
“Y eso explica el desequilibrio del jueves en el equilibrio de poder. La victoria de los Bleus y el homenaje a los derrotados. Porque, al final, ¿cómo no amar a Perú?”, termina. La masividad, alegría y entusiasmo de la hinchada ya ha sido reconocida por BBC Mundo y el actor español Antonio Banderas, solo por citar dos ejemplos.