En el semáforo que unen las avenidas Canadá con Circunvalación, podemos encontrar a Rebeca, la malabarista de fuego más pequeña del mundo, quien viene trabajando para darle un mejor futuro a su hijo.
Mientras que nuestra prejuiciosa sociedad, le negó un trabajo estable por su estatura, tuvo que dedicarse a realizar malabares.
Entre un sinfín de abanicos de fuego, conocimos a Rebeca, quien escondía una historia de lucha. Junto a su esposo Luis, dieron como fruto a su pequeño. Su pareja también trabaja en un circo, y confesó que desde que la conoció se enamoró de ella.
A Rebeca le hubiera gustado ejercer la carrera de periodismo, pero su baja economía, se lo impidió. Y fue la calle, quien le dio la oportunidad de desarrollar una vida normal.