Un equipo de “Al Sexto Día” encabezado por Morelia García viajó hasta el corazón del territorio Asháninka para conocer de cerca una de las costumbres nativas más complejas e inquietantes de nuestra amazonía, como la practica de la poligamia, donde entablan un matrimonio con más de una esposa en algunos casos, y en otros con hasta más de diez mujeres al mismo tiempo.
Tradicionalmente, el matrimonio para el mundo asháninka, tenía dos variantes: El monogámico y el poligínico.
La unión monogámica en esta etnia es el tipo de relación que se da entre un hombre y una mujer, con la diferencia de que se daba entre hijos de primos hermanos, con el fin de mantener el parentesco. Cuando los jóvenes de la tribu alcanzaban la edad reproductiva y han desarrollado sus capacidades y fortalezas, ya están preparados para sostener sus propias familias.
Las uniones de estas parejas se realizaban a través de una ceremonia, donde el novio debe ir al monte a cazar o realizar alguna otra prueba que demuestre su fuerza y habilidad; y a su regreso, la futura esposa lo espera con un masato a base de yuca fermentada para su prometido y todos los invitados. El ritual se basa explícitamente en la pedida de mano.
En el caso de los matrimonios poligínicos, el jefe de familia se une con diferentes mujeres, la familia elemental se amplía ocupando varias viviendas. Cada esposa, sea hermana o no, vive en armonía, tiene su propio fuego y algunas veces su propia casa.
Esta forma representa también, una ventaja sobre las familias monogámicas, ya que, al contar con más miembros que ayuden en los quehaceres, estarían generando mayores recursos para sustentarse. Exótico y muy apasionado, así es el amor comunal de nuestra selva.
