A las 2:59 de la madrugada del 29 de junio, una camioneta plateada sale discretamente de la calle Madrid, en el distrito de Miraflores. Era uno de los últimos movimientos registrados del exgerente municipal de Lima, José Miguel Castro, quien —según declaró su familia— había salido a recoger a su hijo mayor de una reunión social.
Minutos después, a las 3:39 a.m., las cámaras de seguridad de un edificio contiguo captan el retorno del vehículo. En la imagen se observa al hijo del exfuncionario abriendo la cochera para permitir el ingreso de la camioneta. Aunque Castro no aparece a cuadro, todo indica que él aún estaba al volante.
Horas después, José Miguel Castro sería encontrado sin vida en su domicilio. En el lugar estaban su padre, su esposa y sus dos hijos. El hecho ha generado conmoción, sobre todo por la condición judicial del exfuncionario, quien era colaborador eficaz en el sonado caso de corrupción que involucra a Susana Villarán y los presuntos aportes ilegales de las constructoras brasileñas Odebrecht y OAS.
HALLARON MANUSCRITOS
Durante las diligencias posteriores al fallecimiento, agentes de la División de Investigación de Homicidios hallaron manuscritos en su vivienda. En uno de ellos, Castro escribió: “¡Lo peor está por venir! Hoy les puedo decir que lo peor ya vino y se fue”.
Otro texto estaba dirigido a una colega de la Caja Metropolitana, donde se desempeñó como presidente del directorio: “Querida Sandra: Espero puedas encontrar en estas líneas algo de reivindicación del gran trabajo que hicimos en la Caja. Es solo el principio”.