Miembros del Serenazgo en la ciudad del Cusco sorprendieron a un joven, quien previamente había miccionado en la puerta de la Catedral de la ciudad imperial y como castiga por su accionar obligaron a limpiar lo que había ensuciado.
Del brazo, los serenos de la localidad llevaron al joven hasta el lugar donde había orinado y lo obligaron a limpiarlo. En la grabación se aprecia que el irresponsable ciudadano en todo momento negó haber miccionado en la puerta de la catedral.
No obstante, de nada le sirvió esta excusa, pues los agentes habían presenciado todo. Al verse acorralado, el joven no tuvo más opción que limpiar su orina utilizando su propia polera como si fuera un trapo.