Caos y descontrol. Durante Semana Santa, en Ayacucho se vivieron situaciones donde miles de personas libaban licor en exceso, la calles terminaron llenas de basura y convertidos en urinarios, entre otros hechos que generaron el rechazo del arzobispo y la población en general.
Pese al compromiso, asumido por las autoridades locales y el anuncio de la restricción de ingreso a la Plaza Mayor de Huamanga y la venta indiscriminada de bebidas alcohólicas, se rompió todo tipo de protocolo de bioseguridad y los asistentes a Ayacucho durante Semana Santa hicieron de las calles, lo que quisieron.
En tanto, en la última misa por Pascua de Resurrección, el monseñor Salvador Piñeiro rechazó los excesos y borrachera cometidos en la Plaza Mayor de la ciudad durante las celebraciones de la Semana Santa.
“Venía a las 3 y 30 de la mañana a mi Catedral, para la primera misa, que pena ver la Plaza sucia y tantos alcoholizados. No son hijos de Ayacucho porque ustedes aman su ciudad, valoran la Semana Santa”, señaló.