En ocasiones justos pagan por pecadores, es el caso de algunos peruanos que migraron años atrás a Venezuela y hoy a causa de la crisis socioeconómica han regresado al Perú.
Tal es el caso de David Huamanchuco se mudó junto a sus padres a hermanos en 1991 a venezuela huyendo del terrorismo que azotaba al peru, allá terminó el colegio, estudio una carrera técnica y formó una familia, que hace 3 años, junto a el, llegó a nuestro país. Ellos hoy sufren a causa de la xenofobia, pues a menudo sienten sienten ser tratados con desprecio.
Sin embargo, la familia Huamanchuco no es la unica que sufre de discriminación. Gisella Navarrete es hija de peruanos nacida en Venezuela, y aunque ella confesó que su corazón es y siempre fue blanquirrojo, su forma de hablar delata que nació y creció en el país petrolero, lo que le ha cerrado muchas puertas.
En el 2017 llegó junto a su hija a Perú y sus estatus migratorio era irregular. Ella luchó arduamente por ayudar a los hijos de peruanos en el extranjero para que tengan el derecho de ser considerados también peruanos como si hubiese nacido aquí y el 2018 consiguieron que se diera esta modificación al artículo 52 de la Constitución.
Lo más triste es que su historia con Venezuela, es una historia de amor al prójimo, que hoy no se repite en su favor, en los años 70 sus padres acogieron en Huancayo a un gran grupo de venezolanos que huían de la crisis política de su país, años más tarde sus padres migraron y encontraron en la ciudad de San Cristóbal en la localidad de Táchira una gran cantidad de personas buenas que les tendieron la mano, pero cuando en el 2011 ella lo vendió todas sus pertenencias para venirse a vivir al Perú no pudo acceder ni siquiera a la nacionalidad.
Estas dos familias son el ejemplo de la fuerza que se genera cuando se mezclan dos culturas y ellos son muestra de que el amor es más grande que todos los prejuicios. Es tiempo de que rechacemos la xenofobia de igual manera que la violencia.
