Un día como hoy, el 16 de julio de 1992, un coche bomba explotó en la calle Tarata, en pleno corazón del distrito de Miraflores, dejando un saldo de 25 personas muertas y más de 150 heridas. Han pasado 33 años desde aquella tragedia, y el país aún recuerda con profundo pesar a las víctimas y la huella que dejó el terrorismo en la sociedad peruana.
El brutal atentado fue perpetrado por la organización terrorista “Sendero Luminoso”, liderada por Abimael Guzmán, quien en ese entonces dirigía una sangrienta ofensiva en todo el país. La explosión sumió al Perú en una crisis aún más profunda, marcada por cientos de muertes, heridos y cuantiosas pérdidas materiales.
Según se conoció, el objetivo inicial del grupo terrorista habría sido una agencia del Banco de Crédito del Perú ubicada en la avenida Larco. Sin embargo, la fuerte presencia policial en la zona obligó a los atacantes a desviar el vehículo hacia la calle Tarata, provocando una masacre que afectó a decenas de familias.
Durante los años 90, “Sendero Luminoso” intentó tomar el poder mediante el terror, ejecutando atentados no solo en Lima, sino también en diversas regiones del país, siendo Ayacucho una de las más golpeadas por la violencia. Esa década dejó cicatrices profundas que aún no se borran.
CEREMONIA EN TARATA
Como parte de la conmemoración de los 33 años del atentado, este miércoles se llevó a cabo una emotiva ceremonia en la calle Tarata, donde autoridades, víctimas y ciudadanos rindieron homenaje a quienes perdieron la vida en uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente del Perú.
