Luego de 16 días de intensa búsqueda, los restos de la joven piloto Ashley Vargas fueron hallados a 25 metros de profundidad en el mar de Paracas. La operación de rastreo estuvo liderada por buques de la Marina de Guerra del Perú, siendo clave la participación del BAP Carrasco, una de las naves oceanográficas más avanzadas del mundo.
El noticiero 24 Horas tuvo acceso exclusivo al interior del BAP Carrasco, una embarcación equipada con tecnología de punta capaz de explorar hasta 11 mil metros en el lecho marino. Gracias a una ecosonda de alta precisión, el equipo logró detectar el lugar exacto donde se encontraba el cuerpo de Ashley y los restos de la avioneta que piloteaba.
Uno de los instrumentos más importantes en la operación fue el robot submarino "ROV", apodado “Rock el Robot”, capaz de descender hasta mil metros de profundidad. Equipado con cámaras de alta resolución y una pinza manipuladora, este dispositivo permitió visualizar en tiempo real el entorno submarino.
DIFICULTADES EN LA MISIÓN
Sin embargo, la misión no estuvo exenta de dificultades. Las condiciones climáticas y la complejidad del terreno marino en Pisco representaron un reto constante. El BAP Carrasco llegó a la zona de búsqueda el 27 de mayo. Desde entonces, inspeccionó un cuadrante de 2 por 7 millas marítimas, siguiendo un patrón previamente establecido junto a otros buques de apoyo. La operación se completó dos días antes del hallazgo, tras un meticuloso despliegue logístico.