La inseguridad en el país ha obligado a las principales orquestas de cumbia a reforzar sus medidas de seguridad. Ante el incremento de asaltos y ataques a empresarios y artistas, las agrupaciones han optado por blindar sus autobuses y utilizar chalecos antibalas durante sus traslados.
El asesinato de Paul Flores y la creciente ola criminal han llevado a muchos músicos y promotores del género a tomar precauciones extremas. Algunas orquestas han duplicado su equipo de seguridad, armado a sus agentes y reforzado la vigilancia en cada presentación.
Según Juan Pablo Fernández, administrador de El Huaralino, uno de los locales más importantes de la cumbia en Lima, la violencia ha llevado a los empresarios del sector a destinar grandes sumas de dinero en seguridad. "Antes nos preocupábamos por luces, sonido y escenario. Hoy, la prioridad es salir vivos de cada concierto", señala.
Las medidas de seguridad no solo se limitan a los traslados. En los eventos, el control de accesos se ha endurecido y algunos grupos han implementado sistemas de detección de metales. La impunidad con la que operan las bandas criminales ha generado una respuesta drástica por parte de la industria.
Los músicos, que alguna vez recorrieron el país con la única preocupación de hacer bailar a su público, hoy enfrentan un nuevo desafío: sobrevivir en medio de una crisis de inseguridad que no da tregua.