El reciente intercambio de misiles entre Irán e Israel ha encendido las alarmas no solo en el ámbito internacional, sino también entre los ciudadanos extranjeros que residen en territorio israelí. Más de 300 misiles fueron lanzados desde Irán como represalia por un ataque israelí que acabó con la vida de un alto mando militar iraní. En medio de esta escalada bélica, decenas de peruanos que viven en ciudades como Tel Aviv y Jerusalén han compartido cómo han vivido las últimas jornadas, resguardándose en refugios mientras las alarmas antiaéreas suenan sin cesar.
Refugios: la línea entre la vida y la muerte
Ariel Roitman, un peruano radicado en Tel Aviv, cuenta que la noche entera la pasó en un cuarto fortificado dentro de su vivienda. Estos espacios, diseñados especialmente para resistir impactos de misiles, son comunes en muchas construcciones israelíes. También existen refugios públicos subterráneos que pueden albergar hasta treinta personas. En Jerusalén, a unos 60 kilómetros, Ana Lucía Gutiérrez detalla que, según el lugar donde uno se encuentre, se dispone de apenas segundos para ingresar al refugio desde que suenan las sirenas. Tras ello, deben permanecer al menos diez minutos más por el peligro de esquirlas tras la interceptación de misiles.
Las autoridades israelíes han desplegado todos sus recursos defensivos, incluyendo el conocido “Domo de Hierro”, que ha interceptado en pleno vuelo una gran cantidad de proyectiles. Aun así, el riesgo de que fragmentos caigan en zonas pobladas obliga a la población a mantenerse en alerta constante. Desde las ventanas de los edificios en Tel Aviv, los residentes observan los destellos en el cielo como resultado de estas operaciones de defensa aérea.
Este episodio es la respuesta iraní a un bombardeo israelí que fue duramente cuestionado por organismos internacionales y que habría violado normas establecidas por las Naciones Unidas. Mientras la tensión sigue en aumento, las autoridades de ambos países han dejado claro que no cesarán en sus acciones, prolongando un conflicto que mantiene en vilo a millones, incluidos peruanos que solo esperan que el fuego cese y puedan salir nuevamente con seguridad.