La Organización Mundial de la Salud proyecta que, para el 2030, 243,3 millones de personas sufrirán de degeneración macular relacionada con la edad (DMRE), una afección que se presenta en los adultos mayores y causa la pérdida de la visión central. La evolución de esta enfermedad se vería acelerada, sobre todo, en consumidores de tabaco y fumadores pasivos
La DMRE o maculopatía es producida por una alteración en los vasos sanguíneos, que son los encargados de transportar distintas sustancias al ojo, entre ellas, los nutrientes. Si se tiene una mala alimentación o enfermedades como diabetes e hipertensión arterial, los vasos comienzan a perder líquidos y grasas, lo cual acelera el envejecimiento ocular.
“Además, para que el metabolismo funcione adecuadamente, la sangre también debe transportar oxígeno a través de los vasos. Así, el ojo puede excretar los nutrientes de un modo rápido después de utilizarlos. Si los desechos se acumulan, se forman drusas, que son una especie de estancamientos. Las sustancias que contienen los cigarrillos provocan que los vasos sanguíneos se vayan cerrando y quiten oxigenación, favoreciendo la generación de estas drusas”, señala el Dr. Gerardo Arana, oftalmólogo y socio fundador de Oftálmica Clínica de la Visión, centro que se destaca por su ética, precisión y trato humano.
A pesar de que no hay una cantidad de años precisos para que avance este mal, la ingesta de vegetales y vitaminas, así como la práctica habitual de ejercicios, contribuirían a que su progreso sea más lento. Por eso, para prevenirlo, es recomendable tener un control oftalmológico anual a partir de los 55 años.
“Si los padres o abuelos han tenido maculopatía, hay mayor riesgo. Esto, sumado al consumo de comida chatarra y a un hábito de fumar, acelerará el deterioro de la visión. También dependerá de la cantidad de cigarrillos que se consuma. Uno no es lo mismo que cinco o que una cajetilla. Si han fumado una gran cantidad de cigarros en los últimos 15 o 20 años, hay un 30% o 40% más probabilidades de que se desarrolle maculopatía. De hecho, de mis pacientes con DMRE, probablemente, la mitad son fumadores”, indica el especialista.
El Dr. Arana también advierte que los síntomas iniciales implican, por lo general, una disminución en la calidad en la visión. “Si bien la persona puede ver, empieza a necesitar más luz para hacerlo. También se hace más difícil leer letras pequeñas. Además, comienza a perderse la intensidad de los colores. Puede haber, por ejemplo, una confusión entre el gris y el azul oscuro. En un estadío más avanzado, puede ocasionar distorsiones, como ver onduladas las líneas rectas de los pisos”.
LA MAYORÍA DE CASOS DE MACULOPATÍA NO TENDRÍAN CURA
Hay dos tipos de maculopatías: la seca y la húmeda. Si bien la húmeda tiene mayor gravedad, porque puede llevar a un deterioro más rápido de la visión, es la única que cuenta con un tratamiento eficiente. Sin embargo, según la Academia Americana de Oftalmología, casi 8 de cada 10 personas con DMRE tienen maculopatía seca, la cual provoca una pérdida lenta de la visión central.
“En la seca, solo asistimos al paciente para enlentecer el progreso de la enfermedad. No la detenemos hasta ahora. Está habiendo avances médicos; pero, por el momento, no hay nada que pare la progresión. Lo único que se puede hacer es cambiar los hábitos. Eso hará que, en lugar de avanzar en cinco años, se dilate a un tiempo de 10 años; pero, siempre avanzará”, señala el experto de Oftálmica Clínica de la Visión.