El atractivo que pueden ejercer los pechos femeninos sobre los varones es algo que prácticamente ha acompañado a la historia de la humanidad. Sin embargo, sólo hasta hoy la ciencia es capaz de echar algo de luz sobre las razones de este hecho.
El neurocientífico Larry Young y el escritor Brian Alexander, explican que esta debilidad obedece a mecanismos cerebrales que facilitan el fuerte nexo entre madre e hijo, debido fundamentalmente a la producción y liberación de oxitocina, conocida como ‘la molécula del amor’.
Además, los senos femeninos también encierran un importante potencial sexual. Un estudio de la Universidad de Rutgers (EEUU), concluyó que las mujeres que autoestimulan sus pezones activan zonas del cerebro humano que también responden a la región genital.
Otra investigación de la Universidad de Frankfurt, Alemania, cuenta que los más ‘mirones’ con fijación por los pechos tenían una presión arterial más normal y menos riesgo de sufrir infartos y apoplejía, aumentando su expectativa de vida en cinco años, tal como hacer aeróbicos a diario.
Roy Levin, de la Universidad de Sheffield, y Cindy Meston, de la Universidad de Texas, estudiaron la sexualidad femenina y vieron que el 82% de las mujeres llegaban al clímax si se estimulaban sus senos, y seis de cada diez reclamaban a sus parejas que acariciaran sus pezones en la intimidad.
Por su parte, un estudio de la Universidad de Viena muestra también que los senos pequeños son más sensibles, pues están cubiertos de más tejido glandular que graso.
Además, sexólogos indican que las mujeres menos ‘dotadas’ con sus pechos pueden disfrutar más del sexo, pues su pareja atenderá otras partes del cuerpo que son igual de importantes.
Sobre la mayor o menor respuesta de este área, depende de las variaciones de tamaño y sensibilidad de pechos y pezones durante los distintos periodos reproductivos femeninos.
Entre ellos está el embarazo, la menstruación o cuando se consumen pastillas anticonceptivas, indicó la sexóloga, ginecóloga y directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, Francisca Molero.