Al Sexto Día

19/10/2019

El Señor de los Milagros: la masiva devoción tradicional al Cristo Moreno

El fervor por el Cristo de Pachacamilla se ha mantenido en todo el país a lo largo de las décadas, creciendo de generación en generación.




Una de las grandes tradiciones y celebraciones de octubre, es el mes morado y la fiesta del Señor de Los Milagros. La historia de la imagen de Pachacamilla, que cada año reúne a miles de feligreses en procesión, no solo en la capital sino en varias ciudades del Perú y el mundo, se remonta al siglo XVII, en Lima.

Cuenta la historia que en el año 1650, época en la que miles de inmigrantes llegaban hasta Lima de la costa atlántica del África Occidental, los negros angolas se agremiaron y constituyeron una cofradía en la zona de Pachacamilla, lugar que anteriormente había sido habitado por indios venidos de la zona de Pachacamác, y donde actualmente se ubican la iglesia y el monasterio de las Nazarenas y el local de la Hermandad del Señor de los Milagros.

Según los historiadores, las condiciones en las que vivía esta comunidad eran de una pobreza absoluta y en la sede de la cofradía se levantaban grandes paredes de adobe; en una de éstas, ubicada en un ambiente donde se reunían a diario, uno de los angola, de nombre Benito, plasmó la imagen de Cristo en la cruz, en la pared.

Fue un 13 de noviembre de 1655, a las 2:45 de la tarde, cuando un terrible y destructor terremoto estremeció Lima y Callao, tirando abajo las iglesias y sepultando mansiones de la capital. Sin embargo, la imagen de Cristo pintada en Pachacamilla no sufrió daño alguno, lo que fue considerado un hecho milagroso. De ahí nace la devoción por el Cristo moreno.

Pasaron los siglos y la devoción por el Cristo morado sigue intacta y más viva que nunca, acompañemos a conocer la celebración y la fiesta del Señor de los Milagros desde adentro, en un relato de cómo viven los fieles la tradición religiosa más importante de nuestro país, desde el amanecer y el hecho de que miles personas se reúnan en una iglesia del Centro de Lima a partir de las cinco de la mañana para cargar una imagen de 2.500 kilos parece, en sí mismo, un verdadero milagro hecho solo por la fe de un pueblo.

 

 


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