En busca de purificar sus almas y atraer a la buena suerte, un centenar de japoneses se dio un baño de agua helada en una tradicional ceremonia para recibir el año 2017.
Los participantes se reunieron en un emblemático santuario de Tokio y tras unos cánticos y ejercicios para calentar sus cuerpos, se sumergieron a unas piscinas con grandes bloques de hielo.
Según la tradición japonesa cada año deben llevar a cabo este acto para limpiar el cuerpo y el alma de los errores y fracasos que se cometieron el año pasado.